Al finalizar el mes de abril, en nuestra bodega ya estaban todos los vinos en barricas, fudres y huevos de concreto, con la fermentación maloláctica terminada y reposando hasta la primavera. Considerando la fecha, ésta es la vendimia más temprana que hemos vivido. Las uvas lograron un óptimo equilibrio entre su madurez fenólica y sabor, entregando vinos sobresalientes, en especial en el Cabernet Sauvignon del cuartel F4 y el Carmenère del cuartel G2, ambos plantados sobre nuestro cerro Basalto. También logramos componentes excepcionales de nuestra selección de parcelas para el vino AUMA.
En nuestro viñedo Los Lingues, Colchagua Andes, la vendimia 2020 comenzó el 10 de febrero y terminó el 17 de marzo. Ha sido una añada marcada por el invierno más seco de la historia de Koyle, con tan sólo 135 mm de precipitaciones, seguido por una temprana y cálida primavera sin lluvias, lo cual adelantó la brotación de las plantas en dos semanas, para los primeros días de septiembre. Luego vinieron altas temperaturas que adelantaron para los últimos días de octubre el proceso de floración y cuaja. Con poca agua en los suelos, vivimos un verano cálido y seco, sin lluvias, que formó racimos pequeños y livianos, con una concentración muy rápida de las uvas desde pinta hasta cosecha, marcada por una rica intensidad de sabores y buena madurez fenólica. El balance azúcar/acidez estuvo dado principalmente por un rendimiento equilibrado de la planta.
Fue un año de mucho esfuerzo para las vides, pero nuevamente hemos podido observar cómo el manejo biodinámico hace a las plantas más sensibles a las condiciones del año, mostrándose más resilientes al calentamiento global. A pesar de las altas temperaturas, pudieron mantener y regular los sabores, acidez y rendimiento, sin golpes de sol en sus racimos. En cuanto al rendimiento, el promedio fue ligeramente inferior a 9.000 kilos por hectárea.
En Paredones, Colchagua Costa, vivimos una temporada austera en cuanto a lluvias. Es una tendencia que se repite, aunque este 2020 fue el año más seco desde que en 2011 comenzamos cosechando nuestros primeros Sauvignon Blanc en este especial viñedo de suelos graníticos ancestrales.
Desde primavera hasta cosecha las temperaturas fueron más altas que las medias históricas de esta zona, lo que llevó a una adaptación de las vides para poder alcanzar la madurez. Ambos factores –sequía y altas temperaturas– produjeron un escenario muy extremo para la producción de la planta. Esto se tradujo en un adelantamiento de los estados fenológicos y un corto período de madurez. El 28 de febrero comenzamos la cosecha con alcoholes potenciales entre 12,5º y 13° y niveles de acidez óptimos (pH entre 3,05 y 3,15). De esta forma rescatamos la acidez y el frescor que permiten expresar la mineralidad única de estos suelos de granito con explosiones de cuarzo.