Las micorrizas –hongos que pueden interactuar con las raíces de diferentes especies vegetales– están despertado un gran interés en el mundo de la agricultura por sus grandes beneficios. En Koyle estamos trabajando fuertemente con este tipo de hongos para enfrentar los nuevos desafíos que implican años cada vez más secos y cálidos.
La interacción entre la planta y los hongos se denomina simbiosis, lo que significa que ambos se benefician en el proceso. Por una parte, la planta –en este caso la vid– aporta el soporte físico para que el hongo pueda vivir y éste obtiene de la planta hidratos de carbono y vitaminas que por sí mismo no puede sintetizar. Por otra parte, gracias a las micorrizas, la vid es capaz de explorar más volumen de suelo del que alcanza con sus raíces, absorbe más nutrientes y capta con mayor facilidad agua del suelo. La protección brindada por el hongo hace que, además, la planta sea más resistente a la sequía y a ciertos estreses ambientales que afectan al suelo. Finalmente, algunas reacciones fisiológicas del hongo inducen a la raíz a mantenerse activa durante más tiempo que si no estuviese micorrizada, lo que redunda en una mayor longevidad de la planta.
En Koyle estamos trabajando fuertemente con este tipo de hongos para enfrentar los nuevos desafíos que implican años cada vez más secos y cálidos. En nuestros suelos trabajados de manera orgánica y biodinámica, la micorriza encuentra un lugar rico en microbiología para desarrollarse y poder entrar en contacto con las raíces de nuestras viñas y entregar todos los beneficios de esta relación simbiótica.